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18. CRONICA DE LA 4ª CAMINATA O DE CUANDO “CARMITA” LLEGÓ A LA CUMBRE.

CRONICA DE LA 4ª CAMINATA O DE CUANDO “CARMITA” LLEGÓ A LA CUMBRE.         

           

            Manolo Pintos estaba inquieto. Paseaba por toda la casa, de la ventana  a la puerta, de la cocina al dormitorio, del salón al patio trasero. Los negocios de franquicias de licores y aguardientes no le iban bien. Tenía que inventar algo.  De repente, tocan a la puerta, varios golpes secos de mano abierta retumban por toda la casa.

            Manolo, temeroso, abre la puerta con sumo cuidado y comprueba que al otro lado se encontraba su agente y socio el  palmero Deogracias que venía con algo bajo el brazo.             Sin pasar del umbral de la puerta y sin mediar palabra, Deogracias le da el paquete que traía bajo el brazo y abandona despavorido la casa de Manolo.

            Con sumo cuidado Manolo abre el extraño paquete y comprueba que viene una botella llena de un líquido color negro brillante, con una etiqueta blanca y pequeña que decía en el primer renglón “Licor de café Carmita. Elaboración casera” . En el segundo renglón, con letra más pequeña se podía leer “No tomar más de una cucharada sopera al día porque puede `producir extrañas sensaciones”.

            Manolo dijo para sus adentros, esta bebida va a ser mi salvación. Pero lo que no entiendo porqué pone “no tomar más de una cucharada..” . Lo que voy a hacer es recortar esta frase, la llevo el sábado a la caminata y compruebo sus efectos.

            El sábado día 19 de diciembre amaneció el día ligeramente nublado, sin viento, no se notaba ni frío ni calor, el día estaba zorro al igual que la mar que estaba echada[1]. Como siempre los caminantes comienzan acercarse  la parada de San Telmo a partir de las 7,55 hasta las 8, 15 que llegaron los últimos, como siempre, fueron Javier y Esther que se disculparon diciendo que no se podían ir de la casa sin antes darle la comida al perro. Este cronista una vez más no sale de su asombro ante la inventiva de la gente para justificar la llegada tarde a cualquier evento.

            Ernesto comunica al ínclito secretario que para cumplir la tradición de la fiesta de Santa Lucía había traído dos quesos, la Tarta del Casar y el Cremoso del Zújar para degustarlos en San Bartolomé. El Ínclito le comunica que también trajo un queso curado de las tres leches de Valsequillo para lo mismo. Este cronista confirma que este grupo se denomina “grupo gastronómico que camina” en vez de a la inversa.

A las 8,20 de la mañana se parte hacia San Mateo en guagua de la compañía Amandabus, conducida por la conductora Margarita, los 17 integrantes del ejército de Pancho Villa (eran 22 los inscritos) más el pájaro de la conductora.

            En el trayecto hacia San Mateo, en la recta de El Madroñal, la guagua que se encontraba en medio de una fila de coches fue adelantada por un vehículo semideportivo, que de forma arriesgada se incorporó a la fila delante de la guagua y poco antes de llegar a la curva, arriesgando la vida de su conductor y de los seres humanos que iban en la guagua, incluido el pájaro de la conductora. Ocasión que aprovechó Javier que iba de copiloto para comentar que “por la forma de conducir y por el coche que lleva se puede saber quién es el estúpido que lo conduce.”

El cronista constata que existe un silencio casi sepulcral en la guagua, prácticamente nadie habla, solamente se oye el ruido del motor. Se echan en falta a las compañeras Teresa y Dulce.

A las 8,50 se llega a San Mateo donde como de costumbre, en el mercadillo se compra las viandas para el camino (pan, naranjas, más queso, dulces, agua y una zanahoria), en el bar se desayuna el reglamentario bocadillo de pata, cafenes, cortados, colacaos, tapas de callos, mentas poleo, agua, etc.…

En un apartado de la barra de bar estaban cuchicheando Javier y Manolo Pintos. Éste último aprovecha la ocasión para traspasarle un objeto en forma de botella cubierta con papel de periódico.  Manolo miraba para todos los lados para comprobar que no hubiera nadie observando la operación.  Lo único que se le oyó decir a Manolo fue la terminación de la frase siguiente  “… no se lo digas a nadie,  colabora conmigo y te pago al final”.

A las 9,20 se parte hacia el punto de partida de la caminata La Cruz de Tejeda que se llega sobre las 10 horas. Después de los oportunos estiramientos (pocos son los que lo hacen), la oportuna foto del grupo y con un cielo totalmente despejado  se comienza la subida por el camino existente junto al restaurante Yolanda hacia los Llanos de la Pez.

Después de la primera subida de unos 100 metros de altitud se pasa por una  finca vallada y custodiada por un perro de raza San Bernardo que se limitaba a observar a los caminantes sin apenas ladrar para no hacer ruido y molestar a los ocupantes de la finca denominada Sangrilá  (cuyo cartel  anunciador estaba hecho con luces de neón). Este cronista se asombra de nuevo ante el pésimo gusto que tienen algunas personas.

Después de pasar por la degollada de Becerra se sigue la ascensión hasta el Garañón no sin antes pasar por el recinto-granja del Cabildo de “alperdices” . En este lugar y ante la preciosa vista de los tres picos de Gran Canaria; el Roque Nublo, el Bentaiga y el Teide, se hace una parada para reponer fuerzas después de esta pequeña subida. Eran las 10,46, el  ejército de Pancho Villa ya tenía algo de hambre. Incomprensible para este cronista.

Manolo aprovecha la ocasión y le dice a Javier “Javier, saca la botella e invita a la gente “. Javier, obediente, saca su botella,  después de quitarle el papel de periódico que la envolvía y la tapa de platina que envolvía al tapón de corcho, descubre una botella  blanca transparente con un líquido negro, viscoso y brillante, con una etiqueta pegada en su parte central que solamente decía  “Licor de café Carmita. Elaboración casera”.

Manolo fue el primero en beberse un pequeño trago en un pequeño vaso de plástico traído para la ocasión. “Que bueno…, que rico está, que bien huele. hummmm” fueron sus palabras las que engatusaron al resto de caminantes. Como moscas se levantaron de sus aposentos y se acercaron alrededor de Javier, quien iba ofreciendo los pizcos[2] de Licor de Café “Carmita”.  Hasta la más joven caminante, Beatriz, sucumbió a los efluvios de la botella milagrosa.

En esta primera parada, Roque comentó dirigiéndose a Bern le dijo “en una próxima caminata serás bautizado como canario, más concretamente como canarión dado que has abandonado definitivamente Alemania  para instalarte aquí ”  a lo que Bern le contestó “Que bueno “.  Manolo un poco apartado del grupo, tomó nota en una pequeña libreta esta primera reacción del efecto de “Carmita”.

Este cronista observa que Miguel aprovecha la ocasión para quitarse las botas y descansar los ñames o ñoños[3].  Manolo toma nota en su libreta como un posible efecto de “Carmita”

Después de 15 minutos se reinicia la caminata con dirección hacia el Garañón. Recorridos unos 825 metros se llega a una bifurcación de caminos, y, a propuesta de Roque, se ofrece a los caminantes que nos desviemos del camino y cogiéramos el de la derecha para atravesar la zona de acampada  para llegar a el Garañón. Naturalmente, el ínclito secretario Antonio se negó y decidió seguir por el camino previsto. La mayoría de los caminantes optaron por ir con el primero de ellos. Manolo que iba al final sacó su libreta y anotó tal disfunción como una reacción  motivada por los efectos de “Carmita”.

Sobre las 11,16 horas se llega al Garañón después de depositar el exceso de líquido del cuerpo en los respectivos urinarios se parte hacia la loma denominada La Agujereada donde se llega después de una pequeña subida, siendo las 12,46 minutos. Se aprovecha esta loma para seguir comiendo y disfrutar del paisaje de los Llanos de la Pez. Cada uno de los caminantes sacaron sus viandas de mantenimiento, unos sacaban bocadillo de pata, otros su tupperware con jamón y queso, otros su bocadillo de queso, otros su queso con pan aparte, otro su zanahoria, … en fin que este cronista no entiende como se puede tener tanta gana de comer cuando solamente han pasado 3 horas del desayuno.

Miguel se quita de nuevo las botas y se descalza.

Manolo toma nota. El efecto “Carmita” hace que las personas se desinhiban .

Después de media hora comiendo, hablando y disfrutando del paisaje, el ínclito secretario solicita a Javier que haga de nuevo una invitación de “Carmita”.  De nuevo comienza el reparto de pizcos de “Carmita”.

Al poco, Roque propone al ínclito secretario “oye Antonio, si estamos bien de tiempo podríamos echar por Pilancones y bajar por la Degollada de la Manzanilla para hacer tiempo”.  El ínclito le comenta “espera que lleguemos al lugar y después tomamos la decisión”. 

Manolo toma nota. El efecto “Carmita” desvirtúa la realidad.

No habían pasado 5 minutos del reparto de pizcos cuando Roque se levanta rápidamente y dice “Vaaamonooooos..”. el resto de caminantes de forma disciplinada se levanta y comienza a caminar hacia el comienzo del Camino de la Plata.

Manolo toma nota. El efecto “Carmita” da energía.

Eran las 14,02 cuando se comienza a bajar el Camino de la Plata, antiguo y primer camino real que atravesaba de norte a sur la isla de Gran Canaria siendo utilizado por vecinos, vecinas y comerciantes como vía de comunicación. Es uno de los caminos mejor conservados de la isla.

Sobre las 14,33 se llega a la degollada de Cruz Grande y se divisa San Bartolomé  a lo lejos en el fondo de la caldera de Tirajana.  Se huele a carne de cochino y se oye el tintineo del vaso de cerveza. También se divisa la Montaña de Las Vacas, macizo montañoso que había que rodear para acceder a la Degollada de la Manzanilla  y Bajar a San Bartolomé de acuerdo a la propuesta de Roque, lo que supondría dos hora más de camino. Por unanimidad se decide ir directamente hacia San Bartolomé.

Manolo toma nota. El efecto “Carmita” es solo momentáneo. Transcurrido un tiempo prudencial después de haberlo tomado la gente se vuelve cabal.

Bajando por el sendero que desciende progresivamente por la ladera norte del macizo de la Montaña de Las Vacas se llega hasta el puente del barranco de Tirajana y desde allí en 10 minutos llegamos sobre las 15,48 a San Bartolomé, concretamente al Hotel Rural El Molino, lugar donde teníamos reservada la comida.

Esta última bajada hizo que Beatriz y Miguel se resintieran la punta de los pies y llegaran exhaustos al Restaurante pidiendo licor de café “Carmita” que le aliviaran sus dolencias.

Manolo detrás de ellos tomaba nota. “Carmita” es milagroso, cura al enfermo.

Después de contactar con camarero “El Maño”[4], pasamos al salón del antiguo molino del lugar rehabilitado dos años atrás y dispuesto como comedor del hotel rural.

En los entremeses, se sacan los tres quesos traídos para la ocasión, la Tarta del Casar, el Cremoso del Zújar y el Tres Leches curado de Valsequillo y se comienza a degustar acompañados de los respectivos vinos de Rioja y de Tirajana.  Este cronista considera que habría que traer más quesos para la próxima ocasión dado que una parte de la mesa comió más que otra puesto que el reparto no se hizo con igual justicia

Posteriormente se comió el respectivo potaje de lentejas, mejor dicho, de verduras con dos lentejas por plato, sopa de pollo o ensalada para los comensales no potajeros,  la correspondiente carne de cochino frita en aceite requemada de múltiples usos, carne de cabra en salsa y carne de conejo.

Los postres; muses de chocolate, cafenes, cortados, rones, cubatas y por último liquidación del licor de café “Carmita”.

Eran las 18,13 horas cuando se parte en la guagua de Amandabus conducida por Margarita y su pájaro hacia el punto de partida en San Telmo.

Habría que decir que de nuevo el efecto “Carmita” se notó en la mayoría de los ocupantes de la guagua. La mayoría hablaban en voz alta y de forma anárquica, sin control y más de uno diciendo algún que otro disparate.

Manolo tomaba nota. “Carmita” no se puede mezclar con otros licores o aguardientes so pena de no entenderse lo que dicen las personas.

En el trayecto hacia Las Palmas de GC.  El pájaro de Margarita se puso a cantar cual buen canario del monte  y de buenas a primera se calló. La gente extrañada, se decía ¿como un pájaro puede cantar por la noche cuando debería estar durmiendo?.  Parece ser que su pájaro era el tono de su teléfono móvil.

También en este trayecto hubo un momento que cundió el pánico entre los viajeros, pues se comenzó a oír un ruido metálico en la parte externa de la guagua, de forma continua,  como si alguien estuviera encerrado en el maletero y estuviera pidiendo ayuda. Los viajeros se miraban unos a otros preguntándose qué podía ser el origen del molesto golpe seco y constante. Los pasajeros comenzaron a abrocharse en cinturón por si acaso, y en el momento que Cristóbal se abrochó el cinturón desapareció el ruido. Parece ser que el cinturón de seguridad se había quedado por fuera de la guagua. Este cronista reconoce que es la primera vez que le pasa una cosa como esta, dado que hasta la fecha solamente pasaba en su coche particular.

Manolo toma nota. El efecto “Carmita” hace que los bebedores pierdan el sentido del sonido más cercano a su cuerpo. Conclusión: se puede fabricar de forma industrial como “Licor de café “Carmita”. Su consumo produce agradables sensaciones”.

Siendo las 19,46 se llega a la parada de guaguas de San Telmo sanos, salvos y santiguados por dentro por el “Licor de Café “Carmita” elaboración casera”.

Las Palmas de Gran Canaria, 19 de diciembre de 2009.

CONSEJO DE REDACCIÓN DEL TUMBO[5]

Esta crónica ha sido posible gracias a la participación de:  Ernesto, Manolo, Roque, Paco,   Antonio, Mª Jesús, Javier, Esther, Miguel, Juan Francisco, Bern, Cristóbal, Javier Roma, Marcos, Beatriz, Isaac y Alicia.

 

[1] Echada: Dícese de la mareas mansas, sin el menor oleaje.

[2] Pizcos: pequeña cantidad de algo, líquido o sólido, un pizco de queso, un pizco de café, y por antonomasia un pizco de ron. Con decir échame un pisco, ya se sabe que es un vasito de ron.

[3] Ñames o ñoños: pies grandes.

[4] Maño: dijo que le decían el maño porque a su abuelo le decía el amañao, a su padre le decía el hijo del amañao y por herencia a el le dicen “el Maño”.

[5] Tumbo: Resto del puchero (cocido) que se guarda en la olla y se come frío. “Sedimento, poso”, principalmente de comidas caldosas. Final de un baile o cualquier otra diversión. O sea,  los caminantes que se quedan al final de la caminata en el kiosco del Parque de San Telmo.

Seguro por un día